miércoles, 26 de agosto de 2009

15 años tenía cuando escribí esto...

                  Amamos lo que admiramos. O lo que es lo mismo, Admiramos lo que Amamos. Existen muchas otras razones para amar, pero la admiración es básica. Una admiración implica un deseo, y con esto no quiero comparar el amor con ningún hecho carnal, simplemente un deseo de ser o formar parte de ese ser admirado. Tampoco podemos comparar amor con adoración, en esta lo que se busca son las virtudes, con el amor... Los defectos.
                 Y por todo esto me pasaba lo que me pasaba. Por esa razón yo no era más que un peón en las redes de algunas brujas. La verdad es que admiraba a la gente que, lamentablemente no me admiraba, es mas, ni se fijaban en mi existencia. Yo admiraba su mirada, sus ojos; su boca, sus labios; su figura, sus dedos. Yo admiraba un ideal, una sonrisa, yo admiraba demasiadas cosas, y con ellas anhelaba formar parte de ese proyecto de adulto que eran. Pero ellas, no me planteaban como una alternativa posible. Ellas me miraban (o no) y me sonreían (o no) pero no veían en mi ninguna admiración. Observaban a seres mayores, admiraban su mundo, un mundo mas libre, o admiraban una puerta a este.
                Y así estaba la tarde de un viernes, aburrido en mi casa, reflexionando sobre aquello, mi teoría no estaba muy formada aún, y por lo tanto, aún soñaba con besarla. Aún tenia esperanzas de ser mas.
                Me cogió la noche, no estaba desprevenido. Todo se encontraba preparado. Salí de casa y después de reunirme con los amigos, nos dirigimos al pub. Llegábamos tarde, y llovía, así adelantamos el paso. Al llegar ella se encontraba allí, en una mesa doble, con unos amigos (entre ellos también amigas) Nos sentamos y empezamos a pedir copas.
                Al cabo de media hora el tabaco y el alcohol inundaban el lugar. La rutina empezaba a llegar. Y en eso nuestras miradas se cruzaron. Ella me sonrió, yo le correspondí, y después de unos flirteos se levantó.
               -  ¿Salgo a tomar el aire, te vienes?-preguntó.
             Evidentemente asentí. Y salimos fuera.
               - ¿No estas harto?- mirada... caída de ojos....
               - ¿De que?
             No se, de que sea siempre lo mismo, de dar vueltas y hacer siempre lo mismo- mientras
explicaba se movía, insegura, y poco a poco se acercaba- estoy harta de la rutina.
             Y me miró. Con aquella mirada suya y de nadie mas, que podía decirlo todo, o no decir
nada. La miré y comprendí que era mi turno.
              - ¿Quieres que pase algo que solo a veces pasa?
             Nos acercamos... No voy a continuar por esta línea, el caso es que en aquel momento me sentí parte de ella, me sentí responsable de sus acciones, y como no, también de sus problemas, problemas de una persona admirada y por lo tanto problemas admirados. Pude sentirme satisfecho, por que por muy idealistas que seamos, el ser amados nos encanta, la autosatisfacción de estar haciendo lo que uno desea, es uno de los mejores antidepresivos.
              Y así ocurrió que a la noche siguiente éramos los mismos mas uno. Él era mayor que nosotros, y pertenecía a otro grupo, digamos.... digno de ser admirado. Ella se encontraba también, y como era de esperar actuábamos como si nada hubiera pasado. Lo interpreté como una especie de reparo... lo malinterpreté. A las dos horas, y en un momento de descuido ya estaban como lapas, haciendo lo que esa acción implica.
              Puede que haya ido un poco rápido, pero así ocurrió. Ni me di cuenta, lo encontraba algo inverosímil. Pero el echo de ser un choque así, no me dejo tiempo para sentirme lastimado, pasé a la reflexión, a pensar como debía sentirme.
               Por que algo debía pensar. Alguna ración debía tener, pero no, simplemente me sentí vacío. No podía sentir pena, eso implicaría compasión de los demás... envidia quizás? No, ahora no. Y no se porque. El estaba con la mujer que me gustaba, no debía admirarle? No jamás. Yo estaba en mi mundo, el cual por alguna razón estaba vacío. 
              “Siempre me voy a enamorar, de quien de mi no se enamora” Un gran tópico de canción, pero es verdad. Muchas veces rehusamos de los tópicos, pero es verdad, aunque intentemos sentir que somos únicos y desiguales, no podemos escapar al echo de ser simplemente y desalmadamente humanos.
               Y por todo esto, ahora que la luz se ha ido, ahora que al mirar a mi alma veo el mismo color de oscuridad, ahora siento mucho más la sensación de nada en mi interior, la fuerte y grave sensación de VACÍO
               Quizá eso fuera lo que tenía que sentir, simplemente la soledad del que no es admirable.

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